La paz es un tema extremadamente
delicado, los niños desde muy temprana edad desean que todos en el mundo sean
felices y que las guerras lleguen a su fin, y ciertamente es un deseo hermoso y
que enorgullece a los padres el escuchar a los pequeños el tener tan hermosos deseos,
pero al mismo tiempo los padres se entristecen al saber que esos deseos solo
irán a oídos sordos, al menos en nuestro presente. Y más triste aun es saber
que varios de esos niños saben esa verdad incluso antes de pensar en esa
hipotética paz, pues ya conocen los horrores de la guerra y lo extremadamente
bajo que la humanidad puede caer. El desear que TODOS en el mundo sean felices
es, no solo imposible, sino contradictorio, pues algunas personas no pueden
llegar a ser felices al menos que todos a su alrededor sean miserables, y
desearía que fuese solo una gran exageración, pero aquellos que han vivido
tanto tiempo en este mundo y que han conocido a una gran variedad de personas
saben muy bien que estoy en lo correcto, y por triste que suene, ni siquiera a
los golpes aprenden estas personas. Las personas mayores suelen decir que es la
sociedad la que corrompe a las personas y las vuelve monstruos, lo cual es
verdad, pero hay ocasiones en las que tristemente el monstruo no se hace, sino
que nace, y existe evidencia en muchos niños que nacen con mentalidad
destructiva e incluso asesina, y no se puede culpar a los padres o amigos por
esto, pues su cerebro no se desarrolló de la forma que normalmente se haría,
pero aquello que está roto se puede arreglar, tal es el caso de los cientos de
niños que maltratan a animales inocentes, incluso a sus familiares pequeños
inocentes, pero que encuentran la cura gracias a personas amorosas y dedicadas
que permanecen años a su lado hasta que crezcan como personas de bien y que
viven ahora por el bienestar de sus semejantes.
Lo mismo se puede decir de aquellos
“monstruos que se hacen” por la terrible influencia de familiares. Pero, ¿Qué
hay de aquellos que no reciben esa ayuda? ¿aquellos que encuentran la solución
en la violencia letal y en asesinar a sus opuestos? A diferencia de la gran mayoría
de personas que no se atreverían a cruzar la línea con aquellos que les
hicieron mucho mal, más allá de unas cuantas amenazas e insultos, existen las
personas que se cansan de los maltratos de sus semejantes y se deciden a actuar
como juez, jurado y verdugo en cuestión de segundos. Y no solo se limitan a una
persona, sino a una nación entera, y esas mismas personas, gracias al dolor que
comparten con otros y su liderazgo que nace de la interacción negativa continua
que forja su carácter, son capaces de atraer, o forzar, a otras personas a
unirse a su causa, la cual puede o no ser correcta, pero para ellos el mundo
está girando en contra suya e intentan con todas sus fuerzas obligar al mundo
a devolverse al sentido que ellos deseen. Y, como se imaginarán, obligar al
mundo a dar la vuelta no es tan fácil y amigable como se esperaba, y en la gran
mayoría de los casos son las personas inocentes, que no tienen vínculo alguno
con ese conflicto de ideales, las que resultan más afectadas, o incluso
asesinadas por ese cruce de ideas.
Entonces, ¿son unos simples
asesinos y debe tratárseles como tal, encerrarles y tirar la llave? Como se
dijo antes, todo conflicto, externo o interno, tiene su motivo, y estas
personas tienen su razón para luchar, pero la forma en que llevan sus objetivos
a cabo es vil y deplorable, y, como se dijo antes, es una línea que muchas
personas jamás estarían dispuestas a cruzar hasta la muerte. Comparado con los
“pequeños monstruos” que causan tanto daño e infortunio a sus familias, es
fácil decir que no saben lo que hacen, pero algunos de estos sí lo saben, y aun
lo hacen, y solo hasta cuando reciben la ayuda necesaria es cuando saben las
verdaderas consecuencias de lo que están haciendo al dañar a sus hermanos
pequeños y a sus mascotas.
Lo que quiero decir es que, a
pesar de las dificultades que se han causado a lo largo de más de medio siglo
de derramamiento de sangre, bombardeo y dolor, se puede encontrar una luz al
final de este tumultuoso túnel que la civilización colombiana está atravesando.
Incluso se puede observar que las víctimas directas del conflicto están
dispuestas a perdonar y seguir adelante, dándoles la oportunidad a estas
personas de encontrar otro camino, otra solución, charlando con los
representantes máximos del gobierno, después de tantos años, llegando a un
acuerdo mutuo, de que si es posible que la paz pueda nacer en un país tan
controversial como el nuestro, y yo tengo la esperanza puesta en que, algún día
en el futuro, no que se olvide lo que aquí ocurrió, sino aprender de los errores en
ambas partes, que no se debe alzar en armas a atacar a los civiles inocentes, y
que no se debe ignorar completamente los derechos de los ciudadanos que se
supone deben proteger y servir, pues en una guerra ningún bando es inocente, y los
verdaderos perdedores al final son los inocentes que se encuentran atrapados en
el medio del lanzamiento de balas, y es por ellos por quien se debe encontrar
finalmente la paz en Colombia.
Leonardo David Ospino
Reales
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