La Ciencia, una criatura que ha
tenido una vida difícil, que en sus inicios llegó al hombre a través de
invenciones como la rueda o la llama que apareció quizás por el impacto de un
rayo sobre un árbol, sorprendiendo a los cavernícolas presentes, y que no hizo más
que florecer y crecer con el paso de los años. Pero incluso esta inocente
criatura ha pasado por épocas muy oscuras, empezando por el Gran Incendio de la
Biblioteca de Alejandría, donde se perdieron innumerables cantidades de libros
con información que aun en esta época no ha podido recuperarse, y que los
intelectuales del mundo aun lloran su pérdida. Pero ese evento fue algo
accidental, algo que ninguno de los presentes esperaba y que, aunque
ciertamente fue un evento trágico e incomparable, no tiene comparación alguna
con los eventos que transcurrirían siglos después, en lo que conocemos como la
Edad Media, Rodrigo Borgia, también conocido como el Papa Alexander VI, organizó
la quema de todos los libros que contuviesen información que afectara
directamente a los de la religión dominante, es decir, el único libro que debía
sobrevivir era la Biblia, y solo contadas personas podían siquiera colocar sus
ojos en éste. Fue entonces que se promulgó el gran oscurantismo que cubrió al
Mundo Europeo por tantos años. No fue sino hasta el gran Renacimiento que las
mentes más imponentes del mundo llevaron a la humanidad hacia un rumbo no visto
desde hacía siglos. Algunos dicen que si la Edad Media nunca hubiese ocurrido
como lo cuentan los libros de historia, quizás la humanidad estaría a un nivel
solo comparable a los libros de ciencia ficción, pero algunos letrados dicen que
la humanidad tuvo que sufrir un gran golpe para poder recuperarse de sus
heridas y encontrar un nuevo camino a seguir, pues se puede decir, que el ser
humano se encontraba “estancado” y la gran pérdida durante la Edad Media sirvió
para recordarles el camino que se había perdido. Todo esto es especulación claro,
pues no se puede arreglar lo que ya pasó, y menos durante medio milenio.
Pero con esta gran perdida, se ha
logrado un avance en todas las áreas del conocimiento, las cuales se encontraban
conectadas a un nivel casi nuclear, pues ninguna área se despreciaba, todo
trabajaba en una armonía necesaria, pues las artes manejan cálculos precisos, y
la medicina estudia al cuerpo con dibujos y esquemas minuciosos. El arte no se
debe describir únicamente como “hacer dibujos o escribir poemas” pues para
alcanzar el verdadero conocimiento debe tenerse control sobre todas y cada una
de las áreas, inclusive la fe. Algunos estudiados en épocas recientes aclaran
que no es necesario ser ateo para ser un “genio” o saber muchas cosas, incluso
algunas de las mentes más brillantes, como Isaac Newton y Albert Einstein,
manejaban un modo de pensar alterno a cualquier otro. Newton manejaba una línea
de pensamiento que se hallaba balanceado entre el creer y el no creer, y
Einstein se veía a sí mismo como “No un ateo, pero agnóstico” es decir, no
negaba rotundamente que hubiese “algo ahí”. El conocimiento no se basa en negar
rotundamente la importancia de alguna de las áreas solo porque las demás sean
inmediatamente más eficientes, pues si se deja de lado lo que ya se conoce y se
empieza a observar el mismo problema desde una nueva perspectiva, sin obviar lo
que se tenía previamente, se puede descubrir que los problemas se pueden
solucionar, e inclusive de una manera más eficiente y que llevará a mejores
maneras de estudiar y avanzar la civilización.
Por ello, no se trata solo de
hacer correr la voz de que se encontraron 7 planetas nuevas a 40 años luz de
distancia y que la gente milagrosamente se dé cuenta de que la astrofísica no
es tan inútil como se pensaba. Hacer crecer el conocimiento viene de la raíz misma
de la humanidad, estudiar en unísono cada aspecto del universo, tanto los números,
como las letras, los diseños y las recetas, todo se encuentra en un balance que
muy pocas personas han logrado conseguir, y ciertamente son esas personas las
que han llegado a un estatus sinigual, pues han aplicado todo ese conocimiento armónico
para el crecimiento de la especie humana. Por ello, si alguna vez te encuentras
con un letrado de las ciencias tomando un pincel y estudiar el diseño y la
forma del cuerpo humano, y cómo los poemas antiguos fueron creados, no le
trates a él como loco y a esos temas como pérdida de tiempo, al contrario, acompáñale
en su búsqueda del conocimiento, es posible que ambos logren descubrir lo que
las antiguas civilizaciones nos querían contar antes de aquel incendio en Alejandría.
Leonardo David Ospino
Reales
No hay comentarios:
Publicar un comentario